domingo, 16 de octubre de 2011

LA RUTA DE LOS ORÍGENES . POR EL EO HASTA EL MIÑO

Como comentaba la semana pasada vamos a describir lo mejor que podamos las rutas recomendadas desde los hoteles Amadora y A Mariña. Digo “mejor que podamos” porque esta es la tierra de las mil facetas de los mil colores y de una diversidad tal que nos faltan palabras para reflejar en justicia lo que nuestros ojos ven.
Vamos a comenzar por la “Ruta de los Orígenes” es decir, la que remonta el río Eo hasta el  Miño.
Dejamos Ribadeo a la espalda y siguiendo la nacional  640 en dirección a Lugo bordeamos la ría por el lado gallego. Si coincide en marea baja vemos el enorme trabajo de arrastre del río. Millones de toneladas de fango se depositan a nuestra izquierda producto de una sedimentación prodigiosa que dura siglos y siglos. El barro da pié y sustento a uno de juncales de abrigo más interesantes del norte peninsular. En los tiempos otoñales, descansan miles de anácidas que, cansadas del viaje, reponen fuerzas antes de proseguir su viaje anual hacia el sur en busca de latitudes con temperaturas más suaves.
            A la izquierda queda Vegadeo. Curiosa e interesante villa de la que hablaremos en la ruta Tierra Entre Ríos (Del Navia al Masma).
 Seguimos los meandros y por un valle precioso de terrenos sedimentarios. Llegamos a Ria de Abres. Pueblo que vive de la agricultura, ganadería y de la pesca de río. Pertenece al concejo de Trabada y es, de este ayuntamiento, el único núcleo urbano de importancia al pié de la  N-640 y de marcado carácter fluvial.
Continuamos subiendo hacia el sur y llegamos a  Vilarbetote; su patrono San Bricio se celebra en el último mes del año. Las granjas de vacas –con su  característico olor a silo- se esparcen por las laderas rodeadas de pastizales y tierras de labor donde al final del verano el maíz cubre todo lo que la vista alcanza.
San Tirso de Abres. Comparte el pueblo ambos márgenes con el Eo de igual modo que comparte comunidad. Una parte de la población pertenece a Galicia y otra a Asturias. Las tierras de sedimento del río ofrecen una admirable huerta bien cuidada, parece roturada con escuadra y cartabón. Desde la gasolinera del pueblo disponemos de una considerable altura desde donde comprobaremos  este pormenor. Saliendo hacia Lugo, a mano derecha,  hay una pequeña capilla del siglo XVII que nada perdemos si pasamos a visitarla y ojeamos el valle desde su peculiar atalaya.
Más carretera en contra de la corriente y el Eo nos acompaña por la izquierda ofreciéndonos meandros delimitados de tupida vegetación; paraíso sin duda de sufridos y esforzados pescadores.
Llegamos a Puente Nuevo. En el medievo e incluso antes ya se explotó el mineral en estas tierras que por cierto fueron compartidas después del siglo XII tanto por el monasterio cisterciense de Santa María de Meira como por las familias Pardo de Cela y Osorio.
 A principios del siglo XX fue el centro de la siderurgia y de la minería del norte lucense y del occidente asturiano. Aquí terminaban varias vías de ferrocarril por las que se realizaba el transporte de mineral de hierro hacia los altos hornos desde las minas y pozos de su extracción. Siguen en pié cinco de los hornos. En la actualidad están restaurados y dedicados a museo. Visita obligada al paso por la localidad.
El camino se hace empinado, como escalando por entre los cerros cubiertos de denso arbolado. Pasamos por Xudán aldea asentada en una antigua judería que ocupa todo el margen derecho de nuestra vía, algún día escribiremos algo sobre el tema.
 Concluida la subida llegamos al Marco de Alvare. Alcanzamos la meseta de Lugo, esa altiplanicie que se eleva más de quinientos metros sobre el nivel del mar. Durante el invierno es zona de hielos, nieves, nieblas y calimas. Bien lo saben los paisanos del lugar…
Muy prontito llegamos a Meira. Aquí haremos una parada especial.   Es la cabecera de la comarca Terras de Meira; circunscripción que abarca los pueblos y haciendas que rodean la villa en una extensión considerable.
El origen parece estar ligado al cenobio que los monjes bernardos provenientes del  monasterio de Santa maría de Oseira crean allá por el año 1143. Es una fundación de cierta importancia que con el tiempo y gracias a las innumerables donaciones, sus tierras llegarán a estenderse hasta la costa.1
Renunciamos a comentar tanto el emporio como la época florida del monasterio. Baste decir que fue la primera escuela de filosofía de España y que su biblioteca durante la Desamortización de Mendizabal llenaba veinte carros de bueyes.2  
Producto de la antedicha desamortización el monasterio desaparece y en la actualidad solo queda la iglesia y la fachada neoclásica del ayuntamiento junto con algunas estructura desligadas y aisladas como la casa del cura, la “Circa Claustralis”3 o el “Monasterium alveo”4 .
La basílica es una joya del románico tardío. Los contrafuertes, el rosetón de la fachada principal, la distribución interna de las naves o la puerta principal son referentes en su género.  
Pegado a la iglesia vemos un cartel indicativo con su flecha que indica: “Nacimiento del Miño” . Seguimos la señalización y después de remontar la sierra llegamos al Pedregal de Irimia. Lugar mágico donde los haya formado por la morrena terminal de un glaciar donde los cantos aborregados se dispersan por doquier. Debajo de esas singulares rocas nace a borbotones un chorro abundante de agua clara y muy fresca. Estamos en el auténtico nacimiento del Río Miño.
Nuestro viaje ha concluido, pero aprovechando, nos acercamos a Viladonga. Castro prerromano cercano a Meira que merece la pena conocer y visitar.
Está perfectamente escavado. Su museo y biblioteca muestran al visitante el emporio de pueblos y conocimientos desaparecidos habitantes de estas tierras hace más de dos mil años y que su medio de subsistencia no variaba gran cosa de los tiempos actuales.
Cansados, satisfechos y a la vez entristecidos acabamos nuestro recorrido. Regresamos a la Sierra de Meira donde en una casa rural conocida repondremos fuerzas y ordenaremos nuestras mentes e impresiones del viaje. Allá, en el monte disfrutando de un vaso de vino tinto contemplando, atónitos, como el sol se pone en el horizonte.
Hasta muy pronto amigos.

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1)       En el escudo de Trabada figura un brazo con cogulla blanca, mitra y báculo abacial.
2)       Cuentan los paisanos que veinte carretas de bueyes llevaban los libros de la abadía hacia Portugal en su destierro durante la desamortización.
3)       Muro que separa la clausura monástica del exterior.
4)       Canal del monasterio que surtía a los molinos.

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